Universidad Católica Luis Amigó

Centro Regional Apartadó

Cátedra para la paz "Ángela Salazar"

Publicado por P.comunicaciones el 4/10/2022 (740 lecturas)

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El Urabá-Darién, desde la colonia y hasta la actualidad, ha sido un territorio de resistencia, pero que, al mismo tiempo, permanece en disputa (María Teresa Uribe, 1992), a causa de su privilegiada posición geoestratégica, biodiversidad, variedad agrícola y diversidad sociocultural. Como subregión que alberga once Municipios y conecta tres departamentos -Córdoba, Antioquia y Chocó-, el Urabá-Darién se constituye en un territorio de posibilidades y oportunidades para el desarrollo social y económico de su población.
 
A lo largo de su historia la actividad económica de la subregión ha cambiado. Se ha sustentado en la  tagua, el caucho, el plátano y el banano, e incluso la economía ilegal y el narcotráfico. Esta capacidad para reformar sus maneras de producción, comercialización, fuentes de empleo, de ingresos y uso de los recursos naturales, sumado a otras características asociadas a la tenencia de la tierra, las condiciones sociales y la escasa presencia o ausencia selectiva del Estado, han convertido en algún momento al Urabá-Darién en epicentro de la violencia y el conflicto armado, arrastrando a sus pobladores a la inclemencia de las masacres, el asesinato y la desaparición de líderes y lideresas, el desplazamiento forzado, el reclutamiento de niños y jóvenes.
 
Se ha desgarrado el tejido socio-familiar, dejando heridas que hoy exigen perdón, reparación y no repetición. Pero así mismo, han emergido en el territorio procesos de desmovilización, reinserción y reincorporación; experiencias de neutralidad y resistencia civil no armada, construcción de paz y reconciliación, como es el caso de las comunidades de paz y otras múltiples expresiones de desarrollo comunitario y solidario.
 
En este contexto de conflicto armado e iniciativas de paz y reconciliación, surge la voz y el pensamiento de Ángela Salazar, ex-comisionada de paz, lideresa y defensora incansable de los derechos humanos de las negritudes y del conjunto de las mujeres, hombres y población diversa del Urabá-Darién, como fuente de inspiración para una cátedra que desde el de territorio  aporte a la construcción de paz.  
 
El objetivo de esta cátedra es construir colaborativamente un espacio para el encuentro, el diálogo, la reflexión y el aprendizaje social, en torno a una cultura de paz que contribuya al desarrollo sostenible y el florecimiento de la vida digna en el territorio.
 
¿Por qué se le da el nombre de Ángela Salazar?
 
Cátedra de la Paz “Ángela Salazar”, es un homenaje a la vida y la trayectoria de esa gran mujer, lideresa y luchadora incansable por la reconciliación y la paz en el territorio del Urabá-Darién.   A la mujer que dedicó su vida a lucha por la dignidad de la población afro, a las luchas de las mujeres y la práctica de la paz desde el ejemplo. A su vocación por la verdad y el perdón hasta su partida el 07 de agosto del 2020.
La Siguiente información es tomada de la página de la Comisión de la Verdad
 
Formada en Trabajo Comunitario y Apoyo Social del SENA de Urabá (2015), y tecnóloga en Gestión del Talento Humano en la misma institución (2017), Ángela fue una víctima que decidió dedicar su vida y energías al trabajado de buscar paz y justicia, Se auto-reconocía como mujer afrodescendiente. Su trabajo con las comunidades se centró en la defensa de derechos humanos, con énfasis en mujeres víctimas en el Urabá Antioqueño, en el municipio de Apartadó, donde actuó como líder social y activista en equidad de género, llegando a ser parte de diversos colectivos nacionales que trabajan por la paz y la defensa de los derechos de las mujeres y las víctimas en general.
 
Fue conciliadora en equidad. Nació en Tadó, Chocó, Colombia en 1954. Hija de padres chocoanos, aunque educada en Medellín, ciudadana Urabaense por decisión desde 1980.
 
Inició en los ochentas alfabetizando los trabajadores, niños y niñas de los campamentos de las fincas bananeras en los años. Luego de que la violencia hizo que se desmontaran los campamentos. Llegó al barrio Obrero de Apartadó, donde continuó impulsando procesos comunales y de acompañamiento a las mujeres, hasta que me delegaron la labor de llevar la voz de las víctimas en los procesos de desmovilización de las guerrillas y autodefensas de la región, ayudando a excombatientes comprometerse con los procesos de paz y a satisfacer las demandas de las víctimas.
 
En ese caminar participó en múltiples procesos organizativos de las mujeres y la sociedad civil. Junto a otras compañeras fundó la Casa de la Mujer en Apartadó en 1996, hizo parte de la Junta de Acción Comunal del Barrio Obrero y del Comité de la Mujer desde 1996 hasta 2006. Además, buscando mayor incidencia local, apoyó la creación de la Asociación de Mujeres de Apartadó en 2000. Hizo parte de la Red de Mujeres de Urabá en 2001 y fue escogida como representante nacional en la Iniciativa de Mujeres por la Paz IMP desde 2001.