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Aneurisma. Enemigo oculto

Todos podemos sufrir un aneurisma y en cuestión de segundos morir. El  aneurisma es una enfermedad muy peligrosa, puede ser cerebral o también en la vena aorta abdominal. Inicia con un  ensanchamiento anormal de las paredes de una arteria, la cual comienza a crecer constantemente y para finalmente tener una ruptura mortal, provocando una hemorragia peligrosa, la cual se va esparciendo por todo el cuerpo.

Los síntomas del aneurisma pueden ser confusos porque presenta indicios de otras patologías no tan graves. Por ello, en ocasiones no es detectado a tiempo. Si el aneurisma aórtico se rompe es posible sentir un dolor punzante y repentino en la parte superior de la espalda que va descendiendo hacia abajo, con un dolor en el pecho, la mandíbula, el cuello, los brazos y una dificultad para respirar. La mejor forma de saber si se presenta esta enfermedad es realizándose una ecografía abdominal. Esta es el mejor método de elección para un paciente con sospecha de un aneurisma en la vena aorta abdominal.

Quien sufre un aneurisma tiene un riesgo de muerte del 50%. De quienes sobreviven, apenas uno puede continuar su vida normalmente y los demás quedan en situación de discapacidad por el resto de su vida. Esta enfermedad es muy grave y es difícil detectar qué persona presenta un aneurisma para poder iniciar un tratamiento a tiempo. Además, operar estas arterias tiene un 10% de complicaciones, expresa el doctor Carlos Mario Jiménez, médico neurocirujano.

Esta patología ocurre con mayor frecuencia en personas fumadoras e hipertensas o con antecedentes familiares. Generalmente personas en edades entre los 45 y 65 años. Muchos aneurismas se descubren por casualidad. Algunos son pequeños y no logran romper la arteria, lo cual permite un tratamiento oportuno. Son pocas las personas que logran sobrevivir ante la ruptura del aneurisma, su muerte puede ser instantánea pero hay otras personas quienes aún presentando hemorragias internas logran sobrevivir a esta enfermedad. Tal es el caso de Gloria Elena Echeverry Ruiz.

“Era un 20 de junio de 2015. Me encontraba en mi casa muy tranquila arreglando todo para salir cuando de repente sufrí un desmayo. De ahí no recuerdo nada más. Desperté y estaba en una camilla, sin poder hablar ni entender lo que me estaba pasando. Habían pasado 2 meses y medio de estar allí y en lo único en que pensaba era en mi madre muerta, a la que vi todo el tiempo”, narra Gloria.

Cuando su hermana Margarita vio a Gloria tirada en el piso pidió ayuda con desesperación. Pero ella ya estaba inconsciente. Según el dictamen del médico, Gloria sufrió dos paros cardiorrespiratorios y no daba esperanzas de vida. Al ingresar al quirófano, de inmediato, los médicos muy preocupados se dieron cuenta que se trataba de un caso de aneurisma en la vena aorta abdominal.

Esta enfermedad trae muchas complicaciones en cuestión de segundos y poder seguir viviendo sin alteraciones en la salud es un milagro de Dios, así lo interpreta Gloria. Hoy ella tiene 47 años de edad, hace dos años sufrió su aneurisma. Siempre ha sido una gran mujer luchadora y muy trabajadora. Estudió derecho y ejercía su profesión felizmente. Su vida transcurría en un constante afán, nunca se preocupaba por su familia y tampoco compartía con ellos.

Todo inició 3 días antes del 20 de junio del 2015, cuando Amanda Echeverry, su hermana mayor, tuvo un sueño: “Soñé que me encontraba en una iglesia vacía. Al mirar hacia atrás vi a mi madre y aun sabiendo que ella está muerta no sentí temor, solo veía que mi mamá me señalaba algo y al dar la vuelta vi que me mostraba a Glorita. De inmediato sentí que a ella le pasaría algo y esto era un aviso”. A las tres de la tarde de ese 20 de junio, Gloria entró a cirugía. Toda su familia estaba esperando noticias. Todo se volvió oración, todos con mucho dolor y preocupación de perder un ser de la familia esperaban y oraban. Así transcurrió toda la noche en estado muy delicado. Pero Dios nunca los abandonó: Gloria logró sobrevivir el primer día. Aunque días después ella tuvo que mantenerse conectada a las máquinas porque sus órganos no funcionaba. Pasados algunos días no mostraba ninguna mejoría. Solo por medio de esas máquinas podía respirar y su corazón latir.

“Mientras me encontraba en cirugía sentí que llegué a un lugar muy hermoso, todos bailaban y celebraban mi llegada. Yo me sentía en tranquilidad y con ganas de estar allí.  Pero de repente vi a mi madre que me señalaba otro camino y con insistencia me decía que me devolviera y así lo hice. De inmediato volví a la vida. Estoy segura que ella, mi hermosa madre, salvó mi vida”, dice Gloria.

En muchas ocasiones las personas se dejan llevar por el estrés de la vida diaria.  sin darse cuenta esta puede afectar nuestra salud y sentirnos incapaces de organizar nuestra vida.  Esta fue una de las causas que afectaron los círculos sociales de Gloria y con ellos su salud.

Su madre, Doña Deyanira, murió hace 45 años, pero hoy su familia asegura que ella estuvo todo el tiempo en ese cuarto cuidando cada detalle de la salud de Gloria, siempre acompañada de ángeles. Gloria da fe que los vio y ellos la ayudaron. Agradece inmensamente la labor que realizaron los médicos pero Dios, los ángeles y por supuesto su madre fueron quienes la salvaron.

A pesar de tener un efecto cerebrovascular hemorrágico o daño nervioso en el cerebro y en todo su cuerpo, lo cual la obligó a aprender nuevamente a caminar, leer y hacer actividades cotidianas, luego de dos años Gloria Elena Echeverry pueda continuar su vida con más amor para su familia. Vive como una persona normal, puede caminar sin problemas, leer, escribir y hablar. Continúa trabajando como abogada de la mejor manera.

Paula Santamaría
Estudiante de Comunicación social
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