Espacio Público
a la deriva
Por: Julieta Marín Trujillo
En
la ciudad de Medellín se desarrollan continuos
planes para mejorar la efectividad de los espacios
públicos, sin embargo, la planeación
de dichos proyectos aún no obedecen a la
necesidad de los transeúntes por disfrutar
actividades de ocio, limitando los procesos de
articulación y apropiación de dichos
espacios en la ciudad.”.
La actual administración
del centro de Medellín está creando
planes de desarrollo para la intervención
en el mejoramiento de los espacios públicos,
la articulación de parques y sitios de
esparcimiento; cuenta con un inconveniente: en
Medellín existen simulacros de espacios
públicos, que no obedecen a un concepto
claro de planeación y los proyectos asociados
están sujetos a intereses no muy claros.
Una de las causas reside en un
problema político, puesto que en un período
administrativo se inician obras -como es el caso
de la Plaza Cisneros-, no se concluyen y se deja
un “gran legado” para el siguiente
período, con las dificultades de siempre:
pagar por incumplimiento de contrato de obra,
o en el caso contrario, terminarla y así
crear falsos procesos de articulación en
la ciudad para los habitantes.
Estos procesos en relación
con los parques no se han sabido articular: en
Medellín no hay espacios para estar sentado
y descansar, para detenerse un largo rato y observar;
todo es de una velocidad tal que sigue obedeciendo
a un criterio viejo de los antioqueños,
que considera la calle para circular por ella,
para ir rápido y para detenerse; se trata
de utilizarla para ir a trabajar y para ir a la
casa: “Callejear no es un tema que en Medellín
sea bien visto por los paisas”, afirma Aníbal
Córdoba, profesor honorífico de
la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad
Nacional de Colombia, sede Medellín.
Los parques son para desplegar
una actividad de ocio; pero en Medellín
tenemos el concepto “pecaminoso” que
desde hace mucho tiempo le atribuimos al ocio,
y eso explica por qué los parques y los
espacios públicos en Medellín no
están programados o proyectados para disfrutarlos
de la misma manera como lo hacen en otras ciudades
del mundo; por esa razón, la mayoría
de los ciudadanos no se los apropia y sí
los aprovechan drogadictos y los indigentes, porque
si alguien está ahí todo el tiempo,
descansando, parado, mirando, genera inquietud
incluso a los organismos de seguridad.
Concretamente, con el sitio del
cual se está hablando, el profesor Aníbal
Córdoba también afirma: “Cisneros
es espectacular e incita a unas cosas; pero con
semejante velocidad y semejante ruido que le imprime
esa ´ arteria` que es nada más y
nada menos que San Juan, ¿cómo queda
el Parque de las Esculturas al lado de la obra
de Peláez, la Plaza Cisneros?”
Con
el fin de aprovechar, para el disfrute de la gente,
tanto las creaciones arquitectónicas que
existen, los restaurados edificios Vásquez
y Carré en relación con la Biblioteca
Temática y también con el trabajo
del profesor Peláez, las astas de luz,
prosigue el profesor Córdoba: “ Ahí
veremos cómo interactúan tiempos
y espacios distintos; ahí se cruzan todas
las cosas, en un entreverado no adecuadamente
resuelto, donde hay una división tan pesada
que ni el trabajo de Luis Fernando Peláez
lo ha podido resolver, y el problema radica en
una vía supremamente congestionada: San
Juan”. Y acerca de espacios estetizados
convertidos en obras plásticas, el docente
manifiesta que es una realidad dentro de una ciudad
moderna. Las ciudades modernas hicieron espacios
públicos bajo el concepto de hacer arte
del público, para que la gente se lo apropiara
como en el caso de la Plaza Botero.
La Plaza Cisneros dispone de
varios elementos: modernidad, porque toda la construcción
de La Alpujarra hacia el sur es moderna; allí
no hay nada viejo, pues se derribaron edificaciones
para construir nuevas, sobre todo hacia el sur
“el mármol desafiando el tiempo”,
y después aparece la posmodernidad, conservando
el costado norte, regido por un concepto espacial,
que ahora se piensa y se restaura más de
acuerdo con la idea posmoderna de espacio público,
claro que con un problema muy grande: es un espacio
público para pasar por él, como
todos los espacios en Medellín, considerando
que San Juan, entre la Avenida Oriental y la Avenida
Ferrocarril, incluye un pseudo- espacio público
y se convierte en la gran “arteria”
que divide dos momentos, es decir, contiene modernidad
y posmodernidad.
¿Qué va
a pasar con este nuevo parque?
Los transeúntes se toman
los espacios en la semana, y el fin de semana,
se lo toman, de por vida, personajes de la calidad
de los que se toman el Parque Bolívar.
En Medellín necesitamos espacios para que
la gente ronde todo el tiempo… La Plaza
Cisneros no va a modificar comportamientos de
la manera como sí los modificó por
donde muchos viajan. El Metro, a costa de una
asepsia que está montada en pilones, casi
en el aire, por donde muchos viajan.
Un transeunte comenta que “los
ciudadanos estamos esperando que nos regalen espacios
para el disfrute, para estar parados, para descansar,
para estar haciendo nada en ellos, para hacer
ejercicios o para charlar un rato, para perder
la identidad, para dejar un rato de ser lo que
todo el día somos”.
Pero eso no es todo: la actual
administración en Medellín necesita
organizar las dinámicas para generar procesos
de cultura. En este sentido afirma Fernando Cortés,
comunicador de la Gerencia del Centro de Medellín:
“Existe una incongruencia de lo que son
los procesos de construcción de ciudad
porque ¿qué ponemos como centro?,
¿el objeto o el sujeto?”. El problema
no radica en las astas de luz, pues Medellín
no cuenta con un problema estético, ni
artístico, ni técnico, sino con
un problema político, que no ha permitido
intervenir en la construcción de estrategias
que generen coexistencia tanto en los ciudadanos
como en la ciudad. Mientras tanto, los ciudadanos
pueden manifestar, como siempre, “su opinión”
por medio de su aporte económico, para
que Medellín se convierta en un “monumento”
a la modernidad, posmodernidad, o cualquier otro
concepto momentáneo de sus gobernantes
de turno.

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