UNA MUJER... ENTRE LA
FANTASÍA Y LA REALIDAD
Por: Paula Andrea González
Gómez
Una voz femenina se escucha
cuando se encienden las luces del escenario, alrededor
del cual se aglomerna muchos niños, algunos
jóvenes y unos pocos adultos.
“¿Quieren que sea su abuelita?”,
pregunta una señora, vestida de blusa blanca,
chalina negra enredada en su espalda, falda roja
larga, un gorro blanco y que usa lentes. Espera
la respuesta del público y rápidamente
se sube al escenario. Se sienta en una silla y
comienza a contar sus historias.
Es Teresita Vásquez Vásquez.
Para ella, contar cuentos se ha convertido en
algo divertido. Es amiga de todas las personas
que le abren su corazón y que la aprecian
por su ternura y dedicación con sus 66
años. Diariamente se despierta a las 5
y15 de la mañana, hace ejercicio una hora
bailando porro, merengue y toda clase de música
(bailable). A las 7 de la mañana ya está
bañada y lista para comenzar sus labores,
y salir de la casa porque, como ella dice, “a
mi me dieron la calle por cárcel”.
La abuela de los cuentos, como
es conocida en la Corporación Cultural
Vivapalabra, además de pertenecer a esa
identidad, tiene muchísimas ocupaciones:
estudia quinto semestre de Literatura en la Universidad
Pontificia Bolivariana, asiste a los talleres
de literatura de la Biblioteca Pública
Piloto desde 1984 donde fue discípula de
Manuel Mejía Vallejo; va al café
literario del periódico El Colombiano desde
1986, dirige un programa radial que la Universidad
de Antioquia cedió a Vivapalabra, donde
invita a cuenteros y trata temas especiales sobre
literatura; y es profesora de la Corporación.
Siempre le ha gustado contar
cuentos y fue su papá quien la condujo
por el camino de las historias y el amor a la
literatura: “Mi papá nos llevaba
un cuentero muy a menudo y este nos contaba historias
como Sebastián de las Gracias, el Tío
Conejo y del Testamento del Paisa; relatos de
Tomás Carrasquilla; historias de Cosiaca
y de muchos otros. Por eso, para mi, leer no es
un hobby sino una enfermedad porque tengo que
vivir leyendo”.
En su biblioteca personal reposan
muchísimos libros ya leídos, de
autores del mundo entero, los cuales también
ha compartido con sus cuatro hijos con la intención
de que se sumerjan en el mundo de la lectura.
Vive sola en su apartamento.
“Ya me quedé sola pero nunca me he
sentido en soledad porque mis libros me acompañan”,
dice con un poco de alegría y agrega que
“me parece que las mamás tenemos
que darles alas a los hijos, enseñarles
a volar y pensar que somos seres transcendentes”.
Aunque vive sola, constantemente la visitan sus
hijos y sus cinco nietos.
Cuando
en 1999 se realizó, en Medellín,
el primer festival “Vení contá”,
organizado por la Secretaria de Educación
junto con la Corporación Cultural VivaPalabra,
Teresita entró al mundo de los cuenteros.
Aquella vez terminó finalista y se hizo
socia de VivaPalabra.
Jota Villaza, encargado de la
administración de la Corporación,
dice que es una mujer como pocas y que le es muy
difícil enfermarse porque no tiene tiempo.
Tanto que el 25 de abril viajó a Chile,
a un encuentro internacional de cuenteros. “Uno
siente que crece moral, intelectual y espiritualmente,
porque todos los días se aprende algo diferente”.
La intención de la abuela
de los cuentos y VivaPalabra es recuperar la tradición
de contar cuentos, respetando el estilo de cada
cuentero. Pero, como muchas expresiones artísticas
nacionales, reciben el apoyo de pocas entidades.
“Tal vez por eso no se conocen todavía
todos los talentos que tenemos en nuestra cuidad”,
comenta María Teresa Agudelo, directora
de la Corporación. No obstante, Teresita,
representando el personaje de la abuela, lucha
incansablemente por contar historias fantásticas,
de su propia tradición, de la literatura
clásica, colombiana y universal, dirigidas
a todo público.
TRES ABUELAS
De repente se oye una voz como la de una niña
que, con mucho entusiasmo, dice: “yo no
quiero que usted sea mi abuelita porque ya tengo
dos”. Se trata de Valentina, una pequeña
de cinco años de edad. El apunte hizo reír
a todos los asistentes y, por supuesto, a Teresita
quien le contestó: “no tienes que
dejar a tus abuelitas, porque yo puedo ser otra”.
Valentina no pronunció más palabras,
corrió y la abrazó. El público
aplaudió.
Así es la vida de Teresita
Vásquez Vásquez: se divierte con
lo que hace, cultiva a diario las ganas de seguir
adelante y, como cualquier cuentero, su sueño
más grande es seguir compartiendo y disfrutando
de la literatura durante muchos años porque,
como ella dice; entre sus expectativas no está
tirarse en una cama y enfermarse.
“Y cuentan que María
y Susana eran 2 amigas que se querían como
hermanas, vivían en un pequeño apartamento
en New York…” comienza su último
cuento, titulado “La ultima hoja”,
del escritor estadounidense O” Henrry.
Minutos más tarde termina la historia,
después de recrearlo con una magia, que
llevaba a los asistentes a una fantasía;
deja el escenario por una pequeña puerta,
gritando, alegremente “¡GRACIAS!,”
al tiempo que se escucha fuertes aplausos, para
premiar el último cuento de Teresita.

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