NIÑOS ÍNDIGO
-UNA MUTACIÓN O NUEVA
RAZA HUMANA-
Por: Sandra Milena Puerta
Cada
vez se habla con más frecuencia de la inteligencia
y rapidez con la que algunos niños actúan
y entienden muchos asuntos. Parece existir una
respuesta : son los llamados “niños
psíquicos”, “niños de
luz”, “niños de las estrellas”
o el más conocido en el ámbito mundial,
“niños índigo”, a quienes
se les atribuye este nombre por el color azul
añil del aura o campo energético
que los rodea, como lo asegura “la psicóloga
transpersonal” María Dolores Paoli.
La filósofa y teóloga
norteamericana Nancy Ann Tape fue la primera persona
que se atrevió a hablar sobre el tema.
Ella dice que comenzaron a emerger desde la década
de los setentas con tan sólo un 30 por
cierto de la población infantil mundial,
lo que indica que existen adultos de aproximadamente
25 años de edad con el mismo tipo de energía
que poseen los niños índigo. Pero,
luego en las décadas de los ochentas y
noventas el porcentaje aumentó a gran escala
y actualmente se encuentra en un 80%.
Otras personas, como Lee Carroll,
quien pertenece a una entidad llamada Kryon (entidad
que estudia el fenómeno de los niños
índigo) y Jan Tober, su esposa, publicaron
un libro “The Indigo Children” (Los
Niños Índigo), en el que afirman
que son más sabios y que nos impactará
la nueva autodisciplina que desarrollan. Por otra
parte, aseguran que no es un fenómeno visto
sólo en unos cuantos países, puesto
que se han presentado casos en tres continentes
y esto va más allá de las barreras
culturales y socio-económicas.
Con respecto a este fenómeno,
la psicóloga clínica Luz Adriana
Araque, jefe del consultorio psicológico
popular de la Universidad de San Buenaventura
Medellín, asegura que es una “nueva
raza humana” a la que desde hace por lo
menos 10 años viene investigando la Universidad
de California. Con ellos se han hecho estudios
de tipo transversal (análisis del proceso
y evolución de la vida de los niños
a través del tiempo, se estudia el coeficiente
intelectual y emocional, conocimientos telepáticos
y demás) los cuales nos permiten observar
que el ADN de estos niños es más
puro y desarrollado, es decir, según su
edad son mucho más inteligentes emocionalmente
en comparación con los niños de
su misma generación. Al parecer, muestra
la activación de cuatro códigos
más, fuera de los que tenemos los seres
humanos “normales”. Esto ha demostrado
un sistema inmunológico más fortalecido
en ellos, aunque no significa que estén
libres de enfermedades. Sin duda alguna es la
característica determinante a nivel científico.
“Desde la psicología
se ha contemplado el tema. Ya se han realizado
estudios científicos y estamos absolutamente
convencidos de que no es un cuento mágico,
sino que es una realidad que está sucediendo”,
anota la psicóloga Araque. Agrega que “en
Bogotá hay una institución que se
llama “niños índigo”
la cual trabaja sobre este tema, pero he estado
observando y encontré que hay una dificultad
con respecto a una confusión diferencial,
se está pensando y confundiendo los índigo
con los hiperactivos, sí comparten algunas
características pero no son los mismos”.
Para diferenciar a los niños
índigo de los hiperactivos se realiza un
diagnóstico diferencial con criterios muy
objetivos. Los índigo primero, físicamente
tienen características muy definidas. Son
delgaditos, muy puliditos y tienen el lóbulo
frontal muy prominente. Son muy inquietos porque
son muy observadores, muy conocedores y tienen
la posibilidad de manejar sensaciones propias
y del mundo, “uno les ve en acción
todo el tiempo, pero no es una excesiva actividad
motora como la que tienen los niños hiperactivos;
además, existe en ellos una preferencia
por los alimentos naturales, las verduras y frutas,
desde muy pequeños, sin haber sido infundado
por algún adulto. No comen carne, no la
apetecen.
A
propósito del tema, la psicóloga
Araque le preguntó a su paciente María
Camila, una niña de cuatro años
que parece ser niña índigo: “María
¿por qué no comes carne? “
Ella, simple y llanamente, le respondió:
“Adriana, uno no debería comer nada
que tenga rostro”. Para la psicóloga
esa respuesta fue impactante, se puso a pensar
que cara, ojos y nariz tienen los animales cuya
carne diariamente la mayoría de adultos
comemos.
Hay otro asunto muy importante y son los valores;
la bondad y el amor están implícitamente
en ellos, parece no tenérseles que enseñar
el respeto, la honestidad, algo que comienza en
casa y normalmente se enseña en el colegio,
en estos niños parece que fueran inherentes.
Hablan con los animales, respetan los demás
seres humanos, son amorosos y afectivos con ellos,
sienten el dolor del otro y son personas muy nobles,
defienden sus derechos de una forma serena y madura.
Por ejemplo, María Camila le dice a su
mamá de una manera muy tranquila: “¡qué
pena mamá!, yo no estoy de acuerdo con
lo que estás diciendo”. En ningún
momento se muestra agresiva. Es como si ella fuera
un adulto, muy inteligente, tranquilo y controlado,
muy conocedor de sí mismo y la inteligencia
emocional (capacidad que tiene la persona de conocerse
a sí mismo y de conocer el otro, de leer
sus emociones, sensaciones y, a la vez, de hacer
lectura del otro) que tiene es impresionante.
Los ambientes dominantes no les
gustan porque son personas que no tienen obligaciones
externas, por el contrario son internas y saben
que son su responsabilidad; ellos saben lo que
deben hacer, pero lo hacen a su ritmo, a su modo.
Se trata, entonces, de invitarlos, en lugar de
forzarlos a hacer las cosas.
El afecto es primordial, no hay
que estar en un ambiente laxo, sino más
bien de colaboración y amistad, en el que
el niño tenga la posibilidad de elegir;
los padres deben preguntarle la opinión
al niño para dar pasos con él, ¿qué
piensas si hacemos esto? ¿por qué
no nos sentamos y empezamos las tareas? Son niños
muy responsables, pero la mayoría de adultos
tienen en la mente el esquema de que como es tal
hora se debe hacer tal cosa y para los niños
las prioridades están en el amor, es decir,
se interesan más en estar pendientes del
animalito que quiere ser acariciado, que en hacer
la tarea inmediatamente, pero con seguridad ese
niño va a hacer o responder por sus responsabilidades
en su momento y no se va a atrasar.
La psicóloga afirma que
se trata de confiar en ellos, son personas “super
honestas”, con una capacidad enorme para
saber la distribución de las cosas. Otro
asunto, es que todos nos debemos sentar a leer,
padres, psicólogos, maestros, médicos,
porque esto es algo que no sabíamos y nos
ha llegado como del cielo. Se trata de sentarnos
a discutir con ellos, pues traen un mensaje muy
claro y directo basado en el amor y el respeto
por el otro, el cual está generando transformaciones
en nuestra conciencia y pensamiento que se hacen
necesarias en el mundo.

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