LAS VOCES DE LA GUERRA
EN EL CINE
Por:
Isabel Cristina Ríos
Cuando estalla un conflicto bélico entre
dos naciones como Estados Unidos e Irak, es
importante evocar momentos de la historia en
los cuales se puedan encontrar situaciones similares,
que sirvan para hallar soluciones a las disputas
o que revelen los errores cometidos en el pasado
y tener así
la alternativa de evitarlos.
El cine, por su parte, es una
herramienta fundamental, guarda instantes que
la memoria humana no retiene; es el lenguaje de
la imagen, la cual está cargada de detalles
que pueden ser tomados de la realidad en forma
documental o simplemente son producto de la imaginación
de algún cineasta o una mezcla de ambos
aspectos.
En el tema de la guerra, el cine ocupa un lugar
privilegiado en el análisis de la historia,
aunque ésta sea vista en muchas ocasiones
desde la óptica de quien está por
fuera de los conflictos o dentro de ellos como
protagonista, con las voces de los que ganan (como
historia oficial) y de los que pierden (como historia
apócrifa).
En ese mismo orden de ideas hay
que remontarse a los inicios del séptimo
arte, con los directores norteamericanos David
Griffith y Thomas Alva Edison. Éste último,
como pionero del cine en 1.890, ejerció
un monopolio cinematográfico en la costa
este de los Estados Unidos (Nueva York). Creó
así las leyes de distribución, las
patentes de los aparatos de cine y los monopolios,
con los cuales no podía haber competencia
posible de parte de otros cineastas. Según
consta en los anales de la historia del cine,
la situación llegó a tales extremos
que el mismo Edison contrataba “matones
a sueldo” para que atemorizaran a sus futuros
competidores. Ellos, temiendo por su vida, se
vieron en la necesidad de desplazarse a la costa
oeste de los Estados Unidos (California), donde
más tarde surgiría la gran industria
del espectáculo, denominada “Hollywood
Star System”, con la cual conviven a su
vez los llamados directores de cine independientes.
En 1.914, David Griffith toma
la guerra como tema de una de sus películas
más famosas, titulada “El nacimiento
de una nación”. En ella se ambienta
la guerra civil norteamericana o guerra de Secesión
(1.860 1.865), la cual representa la voz oficial
del sistema acerca de la problemática del
racismo, como una de las causas del conflicto,
en donde los blancos aparecen agredidos, humillados,
violados y masacrados por los negros, justificando
así la creación del Ku Klux Klan.
No debe olvidarse que este mismo problema será
retomado en 1.938 con la película “Lo
que el viento se llevó”, donde igualmente
se aprecia la verdad a medias de los sucesos.
Más adelante, en el período
comprendido entre 1.910 y 1.950, se produjeron
las famosas películas del oeste (Westerns),
en las cuales se justificaba la persecución
y el exterminio de los indígenas norteamericanos
como primitivos pobladores, sobre la base de las
agresiones sufridas y el peligro latente para
los peregrinos venidos de Inglaterra, los cuales
se convirtieron en colonos. Se vuelven entonces
imágenes repetidas la caballería
del gobierno blanco estadounidense persiguiendo
a los indígenas, las diligencias, las carretas
de los colonos, el personaje de Jerónimo
humillado y derrotado, John Wayne, Gary Cooper
glorificados como héroes de la nación.
Por otra parte, de 1.964 a 1.967, la obra cinematográfica
de Sergio Leone, con las películas Por
unos dólares más y El Bueno, el
Malo y el Feo, ambientan la misma problemática,
pero esta vez mostrando los personajes anónimos
como los cazarecompensas, la corrupción
e ineficacia del gobierno central y la fiebre
del oro.
El cine pasó de las historias
de indios y vaqueros a documentar las grandes
guerras mundiales con filmes como “La infancia
de Iván” de Andrei Tarkovski, en
la cual se narran los hechos acontecidos en la
Segunda Guerra Mundial con los niños espías
en el conflicto entre la antigua Rusia y la Alemania
de Hitler; “La lista de Schindler”
del director Steven Spielberg y “Rapsodia
en Agosto” del afamado cineasta japonés
Akira Kurosawa, donde se muestran en especial
los destrozos del bombardeo sobre Hiroshima y
Nagasaki.
Los acontecimientos ocurridos en Vietnam fueron
aprovechados por la industria cinematográfica
con la película “Apocalipsis ya”,
dirigida por Francis Ford Coppola, en la que se
plantea la degradación y la locura que
produce en los soldados el absurdo de una guerra
sin sentido.
Oliver Stone es la voz independiente
que se basa en una trilogía de películas
sobre Vietnam, “Pelotón”, “Nacido
el 4 de Julio” y “Entre el cielo y
la tierra”, en las cuales hace una crítica
a la falta de políticas del gobierno norteamericano
en el ejercicio de poder en una guerra que dejó
60.000 bajas dentro del ejército estadounidense
que se perpetúan en un muro en Washington
con los nombres de los caídos en combate.
Ésta industria del entretenimiento
ha dado origen a infinidad de héroes y
personajes, pasando desde “Supermán”
que protegía la tierra y evitaba las guerras,
hasta “Rambo” quien con la ayuda de
un cuchillo de supervivencia podía acabar
con los ejércitos enemigos y al igual que
el “hombre de acero” daba fin a los
conflictos pero sin necesidad de utilizar super
poderes.
En este mismo momento en la mente
de algún cineasta o director de cine debe
estar rondando la idea de producir una película
que hable del conflicto entre Estados Unidos e
Irak, que narre con imágenes las historias
de los que sufren y a la vez sirva para recordar
los desastres de la imperfección humana.
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