-DEL TEMPLO A LA PANTALLA-
Una lectura del culto
religioso desde el Talk Show
Por:César
A. Montoya Vera y Juan David Parra
Los
modelos comunicativos de los cultos religiosos
se han trasladado de alguna manera a la televisión.
En el templo protestante o en el culto carismático
Católico la primacía del sentimiento
y la revelación del mundo interior a los
demás adeptos es una práctica permanente.
El pastor centrado en el escenario del culto pide
los testimonios de sus fieles, suscita los aplausos
de los participantes, trata de explotar al máximo
todo el testimonio de sus asistentes, hace interrupciones
y pide la intervención del resto de la
asamblea, estructura la narrativa con ayuda de
los cantos.
Igualmente
el culto se ha llevado a la pantalla. Al decir
de Jesús Martín Babero, vemos que
la presencia de “la iglesia electrónica”
se refiere a una iglesia mediática, la
cual ha utilizado los medios masivos para hacerse
más eficaz no sólo en la difusión
de la palabra sino también en la interlocución
del mensaje.
La
relación entre religión y medios
es de vieja data. En el siglo IV Basileo de Cesarea
afirmaba: “los artistas hicieron tanto por
la religión con sus imágenes como
los oradores con su elocuencia” . Luego
Gregorio Magno consideró que “las
imágenes hacían por los que no sabían
leer lo que la escritura por los que sí
lo hacían”. En la antigua Grecia
y en Roma en el siglo V, con la retórica
“que era fundamentalmente el arte del lenguaje”,
encontramos otro modelo de comunicación
en donde el sentimiento, la revelación
del mundo interior y la participación del
público son las claves que configuran toda
una estructura narrativa.
El
formato actual del Talk Show y el reality en la
T.V, tiene sus precedentes en otras dinámicas
comunicativas, como las acabamos de describir,
particularmente queremos pensar en lo que se presenta
en la religión con los cultos carismáticos
católicos y en los cultos protestantes.
El desarrollo de los formatos reality en la T.V,
ha incentivado a una generación amante
del sexo y la violencia, voyerista de profesión
y morbosa ante el sufrimiento de sus semejantes.
Como una seducción enfermiza de fisgonería,
la gente pide cada vez más a los medios
que traigan detalles íntimos de sus estrellas,
de personajes importantes, de la gente del común
y hasta los protagonistas de los conflictos mundiales,
esto ha hecho, que en el caso de la televisión
se creen nuevos formatos para presentar esos fenómenos
comunicativos, es así como nace en la televisión,
el reality show y el Talk show.
Estos
formatos televisivos, con el fin de traer a la
pantalla los rituales y mitos contemporáneos
que la gente vende bajo el lema implícito
“personas como Tu y Yo “ tal como
lo dice L. Vilches “Cosas sin precio como
son la soledad, la violencia moral, la falta de
amor, el abandono familiar y en general las consecuencias
desgraciadas de la convivencia humana” .
En otras palabras, la carencia de sentimientos
y la inseguridad del ser humano que cae ante la
seducción de las cámaras con tal
de salir del anonimato y ser famoso. Es la posibilidad
de ser célebre por un cuarto de hora, tal
como lo expresa A. Warhol.
De
la misma forma que en un confesionario donde se
deja al descubierto el alma, los “monstruos
corporativos “ de la televisión venden
fríamente la intimidad y privacidad de
las personas, como una estrategia más de
consumo que además de ser más barata
que la realización de una telenovela o
un seriado, es más dramática en
cuanto estimula a la audiencia a fin de presenciar
situaciones de triunfos y fracasos. Así
se le crea al televidente la ilusión de
que podrá o no vivir lo mismo. Es aquí
donde el espectáculo se erige como una
vivencia conmovedora, haciendo que la representación
y proyección del imaginario se concrete
en la fisgonería y la reacción primaria
sentimental sobre la razón.
Pablo
Sesman (Pentecostales un cristianismo inesperado)
describe una experiencia en un culto pentecostal:
“ Hoy vamos a hacer un escándalo
Santo, proclama el pastor ante treinta mil personas
en el medio de un culto que duró ocho horas.
Una voz femenina hace de fondo sosteniéndose
en la batería que suena profunda y en la
guitarra declinante. También en la misma
escena rock evangélico, baile intenso,
colectivo e individual, cámaras de vídeo
que la iglesia y los propios fieles utilizan para
perpetuar en algo su experiencia, decenas de consejeros
con Walkie Talkies, un pastor que danza frenético,
una pantalla gigante en la que se proyectan las
letras de las canciones, nada de eso es complementario.
Los cuerpos requeridos para la producción
del éxtasis responden desde la experiencia
cultural urbana que el dispositivo del culto sabiamente
ha tomado en cuenta”.
En
el Talk Show religioso se exorciza, se sana, se
hacen milagros, abundan las lágrimas y
los cánticos, el drama y los sentimientos
brotan por todo el escenario, mientras el pastor
como un anchorman hace anunciar la función,
ya que el lugar está al tope, los aplausos
no se hacen esperar. Así como lo analiza
Omar Rincón, en el caso de los viejos teatros
de Bogotá en donde ya no se pasa el cine
sino el culto de la oración fuerte al Espíritu
Santo: “ El Espíritu Santo está
ganando las masas porque utiliza la misma estrategia
de seducción que hizo famoso al cine:
tiene funciones matiné, vespertina y noche. Hay
que pagar la boleta para ingresar al más
allá (…) la sala es escenario de
los mismos sentimientos despertados por las imágenes
cinematográficas: sufrimiento, drama, exorcismo,
llanto, desespero, convulsiones, alucinaciones,
milagro, excitación, contagio, sugestión,
hipnotismo…”
En
el culto religioso el testimonio de vida es el
centro de la estrategia comunicativa. El pastor
elige a quien mejor pueda contar su historia de
salvación, al más desesperado, al
inválido, al que tiene algún defecto
físico, al alcohólico o al adicto
sexual, todos son aptos desde que sepan contar
su historia, desde que entre en escena la búsqueda
de la aceptación social para encontrar
respuesta a sus inseguridades. Al igual que en
el Talk Show de la televisión se trata
de mostrar las desgracias humanas, se busca explotar
al máximo la historia que pueda traer el
panelista. En el culto religioso el objetivo es
conmover y dar testimonio para que otros cambien
de vida, en la televisión está la
intención de comercializar la intimidad
de las personas.
Pero
el culto religioso tiene a su vez una disposición
comercial, se recogen ofrendas, se pagan
diezmos.Si bien lo que sucede en el estudio
de T.V y en la Iglesia o lugar del culto
religioso, se hace con intenciones diferentes,
hay un factor común
: la primacía del sentimiento .
Con
el desarrollo de los formatos que favorecen
las tecnologías digitales, vamos hacia
una confluencia multimediática en donde
este tipo de contenidos será cada vez
mayor. Tendremos canales exclusivos para la
transmisión
de los cultos religiosos e interacción
con sus fieles. El televidente podrá seleccionar
el tipo de conflicto que desea ver y en los
horarios adecuados a su rutina. Se puede llegar
incluso a tener formatos en donde se venda
la intimidad espiritual de una persona y no
sólo
por medio de la pantalla televisiva, también
lo será en el computador, transformando
y reorganizando los valores, estilos y condiciones
culturales en los que la realidad se vivirá
por medio del artificio tecnológico.

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