El encuentro por la verdad

Por: María Isabel Moreno Muñoz y Edison Ferney Henao Hernández

Para la conmemoración de los 15 años de la Operación Orión el colectivo de afectados se reunió en el Templo Comedor San José del Mirador. Es una construcción de una sola planta,  ubicada en el barrio El Salado, al occidente de Medellín; también está en jurisdicción de La Escombrera (el sitio donde algunas víctimas sospechan que están los cuerpos de sus deudos), conocido como Terrígenos.


Esa reunión la llamaron Encuentro por La Verdad.  Comenzó con unas palabras del Comité Organizador, algunos vídeos para recordar y dar contexto sobre la Operación Orión y dos actos culturales: una obra de teatro y un momento de homenaje-reflexión a cargo del grupo Mujeres Caminando por La Verdad. Este último, dio cierre con emoción y cierto sin sabor al encuentro en memoria de las víctimas.

El Salado, 1:20 p. m. Llegar tan cerca al cielo y pensar que allí habrían cientos de vidas bajo tierra.

San Javier es una comuna diversa. Contrastes, colores y olores hacen parte de un paisaje cambiante. Cuando el conductor del bus informó el lugar de llegada en la caseta de El Salado, se tomó rumbo hacia el ‘Comedor de las Hermanas Teresitas’, como le conocen sus habitantes. Sin vista alguna de escalas eléctricas y sin saber hacia dónde ir, una señora respondió:

¿Escaleras eléctricas? Vea, se van por allá y empiezan a subir. Pero, ¿Trajeron agua?

Fueron cientos de escalas de cemento; no había aire,  tampoco palabras. La vista de las montañas que rodeaban la imponente Medellín era lo único que quedaba. Este lugar era un paisaje totalmente opuesto al de hace 20 minutos: casas de lata y madera, unas pocas de ladrillo. Callejones estrechos y música a todo volumen. Perros, gatos, gallinas, jardines, antejardines… Este es “el ascenso al cielo”, así han titulado la travesía.

Una de las religiosas del Templo, de traje blanco, cara sonriente y ojos profundos, recibe a los visitantes con un vaso de agua después de la extenuante subida. Lleva un año y medio viviendo allí y cuenta de las balaceras que se escuchan en las noches, los jóvenes muertos al otro día, las noticias y el silencio.

Durante 15 años, cada 16 de octubre, el grupo Mujeres Caminando por La Verdad se ha reunido para realizar actos de conmemoración. Después de tanto tiempo, se han convertido en un ritual. Primero, ¿qué pasó?, ¿por qué pasó? Segundo, los implicados, ¿quiénes fueron?, ¿cuáles son sus nombres? Tercero, ¿cómo lo vivió la población? Y luego viene la memoria. Y con la memoria, el arte.

Y también el dolor. Fueron los días en los que, según Luis Fernando Quijano Moreno, director de Corpades -Corporación para La Paz y el Desarrollo Social-, en diálogo con el portal web Kienyke, aseguró que más de 1.000 hombres de la Fuerza Pública y casi 3.000 paramilitares se tomaron San Javier. Fueron los días en los que Luz Elena Galeano perdió a su esposo; los días en los que Bernardo Aníbal Cañas desapareció y la cara de José Aldemar Panesso no se volvió a ver jamás.

“Éramos los guías de la Operación Orión porque allá no nos dejaron entrar a nosotros. Ese fue el convenio que se hizo entre los comandantes míos con esa gente -agentes del Estado- que entró a la operación”, declaró Juan Carlos Villa Saldarriaga, alias ‘Móvil 8’, para el portal Pacifista. Él era uno de los fundadores del Bloque Cacique Nutibara de las AUC, Autodefensas Unidas de Colombia. Sus palabras refuerzan la cifra de Quijano Moreno sobre la participación paramilitar en Orión.

No se puede negar, las víctimas vivieron la incursión de hombres uniformados a sus casas. En el Encuentro por La Verdad dramatizaron, a través de una obra de teatro, la desaparición de sus parejas; o la de los hijos,  que salieron y no regresaron; las tiradas al piso con un colchón encima para protegerse del fuego cruzado; el sonido de los helicópteros; el toque de queda y, no salgas a la calle porque te matan. El miedo y la incertidumbre.

Incertidumbre y preguntas que aún viven. Y sobrevivirán. 5.475 días después de la incursión militar urbana más grande de Colombia, las cifras se mantienen en la memoria de las víctimas. Y son su arma para reclamarle al Estado: “17 homicidios cometidos por la Fuerza Pública, 71 personas asesinadas por los paramilitares, 12 personas torturadas, 92 desapariciones forzadas registradas y 370 detenciones arbitrarias”. Denuncia el Comité Organizador en un comunicado sobre los 15 años.

Hoy nadie ha reconocido su culpabilidad, los responsables no han sido juzgados y nadie ha pedido perdón a las víctimas de la Comuna 13. Perdón que para ellas tiene dos nombres: Álvaro Uribe Vélez y Luis Pérez Gutiérrez.

Sin embargo, parece ser que la probabilidad de un acto de perdón por parte de ambos mandatarios es casi inexistente. Ellos no ven en la Operación Orión un acto de violación a los derechos humanos, por el contrario, “rescató la tranquilidad de la Comuna 13”.

En entrevista con el periódico El Colombiano el pasado 17 de octubre, Luis Pérez afirmó que dicha operación ‘sirvió para pacificar la Comuna 13’, pues, según él, San Javier era un infierno urbano en donde había fábrica de armas, reductos de las  Farc, el ELN y los paramilitares, personas secuestradas y carros bombas. “A todos les daba miedo”, apuntó.

Por su parte, en comunicado expedido por la oficina de comunicaciones del expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez sobre los 15 años de Orión, reafirmó lo dicho por Pérez, y agregó: “la orden para adelantar el rescate de la tranquilidad de estos habitantes, fue dada por el expresidente Álvaro Uribe Vélez a la Fuerza Pública (…). Es repudiable que aliados del gobierno Santos, que no han sido capaces de enfrentar al terrorismo, busquen deslegitimar la operación que se llevó a cabo en la Comuna 13, al calificarla como una acción paramilitar, desprestigiando a la Fuerza Pública (…). En el afán de acusar al expresidente Uribe, llevan 15  años buscando unas supuestas fosas comunes que no existen, para deslegitimar aquella acción valerosa de la institucionalidad”.

Actualmente la relación entre el Estado y las víctimas de la Comuna 13 no parece mejorar. A pesar de las promesas de acompañamiento a las víctimas por parte del Alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez Zuluaga, nada ha sucedido. Ellas manifiestan que no se ha removido ni un solo centímetro de tierra en La Escombrera para la búsqueda de los aún desaparecidos y, que la imagen del Alcalde en la Comuna 13 ha estado ausente desde que asumió su periodo de mandato.

Desenterrar una verdad que ha querido ser borrada por muchos no es tarea fácil. Rubén Darío Pinilla Cogollo, el exmagistrado del Tribunal Superior de Medellín, estuvo presente en la conmemoración. Expresó que la reparación es el reto más grade en materia judicial. Sin embargo, a partir de su renuncia al cargo, su experiencia  les ha devuelto a las víctimas poco a poco el deseo de creer, de confiar.

No se necesitan palabras. Tampoco se requiere de un discurso para percibir el dolor de aquellas mujeres paradas al frente de velas y flores cargando en su pecho las fotografías de sus familiares desaparecidos. El recelo y distancia hacia el Estado se ven reflejados en las lágrimas de las madres de El Salado; ellas reclaman justicia, verdad y reparación.

¿Qué pasó?, ¿por qué pasó?, ¿quiénes fueron?, ¿cuáles son sus nombres?

Aquí se tiene el arte y la memoria, pero falta la justicia.

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