Universidad Católica Luis Amigó

Centro Regional Bogotá

Una mirada a nuestro

Publicado por Webmaster el 5/8/2019 (2534 lecturas)

Ya se ha concluido el reforzamiento sismorresistente y la renovación de nuestro Templo, obras dirigidas magistralmente por el ingeniero Gustavo Leal. Realmente se cambió en su totalidad la forma que durante más de treinta años conservara, y ha quedado muy hermoso, cómodo y agradable para todos los que asisten a las ceremonias religiosas.

En toda su estructura podemos encontrar muchas enseñanzas, que, con una explicación didáctica y catequética, nos llevan a admirar los signos o símbolos que hay en él, para reflexionar y darle un sentido más espiritual y concreto a nuestra presencia en el templo.
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Al momento de ingresar, lo primero que admiramos es la presencia de la bellísima e imponente imagen de la Santísima Trinidad que, desde lo alto, en el fondo, preside todas las celebraciones y nos espera con los brazos del Padre y del Hijo abiertos, como dándonos la bienvenida a su Casa, e invitándonos a participar en las ceremonias litúrgicas. Esta imagen, que expresa visualmente el gran misterio de Dios Uno y Trino, pues están las tres Personas bella e íntimamente unidas en una sola naturaleza, resplandece y emana diversos rayos de luces al mirarla desde diferentes posiciones. La imagen de la Trinidad nos invita a sumergirnos en su inmensidad y a dejarnos traspasar por su luminosidad que invita a la paz y a la tranquilidad.

Dirigiendo nuestra mirada hacia el presbiterio, encontramos a la izquierda la Fuente Bautismal, que deja oír el sonido arrullador del agua que cae, como dice la Escritura cual "Fuente de agua viva que brota hasta la vida eterna". Fuente de donde brota la fe, ruta de la luz y camino de salvación. El agua es fuente de vida y de fecundidad. El Bautismo significa y realiza la muerte al pecado y la entrada en la vida de la Santísima Trinidad a través de la configuración con el misterio pascual de Cristo. En el Bautismo recibimos la filiación divina y empezamos a ser miembros de la Iglesia, comunidad cristiana.

Esta Fuente Bautismal, bendecida por Monseñor Rubén Salazar, Arzobispo de Bogotá, el 20 de marzo de 2011, se constituye en uno de los mayores símbolos de nuestra comunidad. Es en ella donde entramos a formar parte de la comunidad Cristiana por primera vez, allí nos convertimos en hermanos y hermanas en Cristo, igualmente la aguas bautismales nos dan la posibilidad de acceder a la recepción de los demás Sacramentos. De esta manera, nuestra Fuente Bautismal está en íntima relación con el altar, donde se celebra la Eucaristía, sacramento por excelencia. De la Fuente Bautismal hacia la derecha encontramos el Ambón, lugar desde donde se proclama, por medio de la lectura, la Palabra de Dios.

Palabra que nos sirve de alimento, constituyéndose en el primer manjar de la celebración de la Santa Misa. Desde el Ambón también el celebrante imparte la explicación de la Palabra y nos invita a conocerla, seguirla y ponerla en práctica.

Pasamos luego al centro del presbiterio y encontramos, a los pies de la imagen de la Santísima Trinidad el Altar, que está constituido por una gruesa y sólida piedra, en la cual se muestran claramente dos manchas, una de color amarillento y la otra con unas vetas moradas, que le dan cierta "personalidad", estas manchas las trae desde las entrañas de la roca de la cual procede dicha piedra, allá en los campos de San Gil, en Santander. La piedra nos recuerda las palabras de Jesús a Simón: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". El Altar es el centro de las celebraciones litúrgicas, en él se celebra el Sacrificio incruento de la Santa Misa, y se hace presente el Señor Jesucristo al convertir el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre. La celebración eucarística es el centro de la vida de los cristianos. Sin el Altar no hay celebración y por tanto no hay Eucaristía. Este Altar fue consagrado solemnemente en 1974 por el Cardenal Aníbal Muñoz Duque, Arzobispo de Bogotá, durante una celebración eucarística con gran participación de la comunidad parroquial.

Detrás del Altar está la Sede constituida por tres sillas, también de piedra, desde donde el celebrante principal y los ministros presiden la celebración litúrgica. A su alrededor se encuentran dos bancas semicirculares donde se sientan todos los que participan en las funciones sagradas: los concelebrantes, los ministros extraordinarios de la comunión, los proclamadores de la Palabra y los acólitos. Y, siguiendo con el tema de la piedra, desde la Fuente Bautismal parte en forma semicircular rodeando todo el presbiterio hasta donde está el Sagrario, una pared revestida de miles de piedrecitas que están compactamente unidas, todas ellas representan a los miembros de la Iglesia, que, unidos estrechamente entre sí por la caridad y obedientes al sucesor de Pedro, (piedra del Altar) participan activamente en la celebración de los Sacramentos y demás actos litúrgicos que en el templo se realizan.

En el extremo opuesto a la Fuente Bautismal, se encuentra el Sagrario, colocado en un lugar visible y digno, formando parte de todo el conjunto pero diferenciándose del mismo por su estructura, pintura y ribetes dorados. El Sagrario es el lugar destinado para conservar dignamente el Pan Eucarístico, es decir las Hostias consagradas que no se han repartido en la Comunión; el Sagrario, al mismo tiempo, permite la exaltación de la Presencia real de Jesucristo en medio de los hombres, haciendo reales las palabras del Señor: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos". Las hostias que allí se conservan son para llevarlas a los enfermos en forma de viático o para repartirlas en la comunión fuera de la Misa. Para tributar al Jesús Eucaristía nuestro homenaje de adoración, la parroquia San Bartolomé ha construido una hermosa capillita en un lugar diferente, al lado del templo, donde el Santísimo está expuesto día y noche, allí es adorado por un gran número de creyentes.

Partiendo de la Fuente Bautismal hacia la puerta del templo se van sucediendo alrededor del interior del templo las bellas estaciones del Vía Crucis, talladas en madera que representan el misterio de la redención, el Vía Crucis culmina junto al Sagrario. Así, pues, desde el bautismo hasta la Eucaristía acompañamos a Cristo en su pasión, muerte y resurrección. Si miramos la parte superior del templo encontramos una gran Cruz, que deja traslucir los rayos del sol, para iluminar la parte del presbiterio. Esta gran Cruz está sobre nuestras cabezas como símbolo de que debemos cargar con nuestras cruces, las cuales a veces son oscuras y se nos hace difícil el camino o pareciera que entramos en un callejón sin salida, pero que al acercarnos a la Santísima Trinidad vamos a encontrar la Luz que alumbra y guía.

Entrando por la puerta lateral derecha, cercana al Sagrario, se encuentran tres cómodas Salas Penitenciales o Confesonarios, donde normalmente en todas las celebraciones de la Santa Misa hay uno o más sacerdotes que están dispuestos a administrar el Sacramento de la Penitencia a aquellos que se acercan contritos y dispuestos a recibir el perdón de sus pecados y a buscar la paz interior y la reconciliación con Dios por medio de la absolución. Este es un servicio que los Terciarios Capuchinos, comunidad que dirige y orienta la Parroquia San Bartolomé, prestan con agrado a miles de personas, no sólo feligreses de la parroquia sino a muchos que llegan de otros lugares de la ciudad, aún muy apartados.

Este es el recorrido por el templo. Nos falta algo muy importante: La imagen de Nuestra Madre, la Virgen María, dentro de pocos días la colocaremos, pues creemos que la Virgen está siempre presente en los momentos de nuestra comunicación con Dios. También colocaremos a su esposo San José, patrono de la Iglesia Universal y modelo de todo hombre que ama a Cristo. Igualmente pondremos cerca a la puerta principal las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y del Niño Jesús, que estarán dándonos la bienvenida e invitándonos a participar en las ceremonias sagradas.

Padre Hernando Maya
Capellán Funlam Bogotá
Párroco Parroquia San Bartolomé Apóstol